47 si se convierten en su corazón en la tierra a que hayan sido
llevados, si se arrepienten y te suplican en la tierra de sus
deportadores
diciendo: “Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables”,
48 si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en el país
de los enemigos que los deportaron, y te suplican vueltos hacia la tierra que
tú diste a sus padres y hacia la ciudad que has elegido y hacia la Casa que
he edificado a tu Nombre,
49 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada,
50 y perdona a tu pueblo, que ha pecado contra ti, todas las rebeliones
con que te han traicionado, y concédeles que hallen compasión entre sus
deportadores para que éstos les tengan piedad,
51 porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, de en
medio del crisol del hierro.
52 «Que tus ojos estén abiertos a las súplicas de tu siervo y a la
súplica de tu pueblo Israel, para escuchar todos sus clamores hacia ti.
53 Porque tú los separaste para ti como herencia tuya de entre todos
los pueblos de la tierra, como dijiste por boca de Moisés tu siervo cuando
sacaste a nuestros padres de Egipto, Señor Yahveh.»
54 Cuando Salomón acabó de dirigir a Yahveh toda esta plegaria y
esta súplica, se levantó de delante del altar de Yahveh, del lugar donde se
había arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo,
55 y se puso de pie para bendecir a toda la asamblea de Israel,
diciendo en alta voz: